Ocho y media de la mañana. Suena el móvil de manera persistente. El usuario revisa la pantalla, en la que parpadea un número que empieza por 900, y decide no cogerlo. Pero el emisor no se da por vencido. Una y otra vez, el comercial de turno sigue intentando soltar su parrafada a un destinatario al que el mensaje no le interesa lo más mínimo. «A mí en la última semana me han llegado a llamar hasta ocho veces en un mismo día. Es un verdadero acoso y, lo peor de todo, es que es ilegal», comenta la vicepresidenta de la Asociación de Consumidores y Amas de Casa Al-Andalus, María Huelin. Su testimonio coincide con el de cientos de personas que en los últimos meses han trasladado sus reclamaciones a las organizaciones encargadas de defender sus derechos para denunciar esta publicidad indeseada, más conocida como ‘spam’.
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